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viernes, 8 de mayo de 2015

El escándalo OHL: perspectivas culturales sobre la sagrada corrupción hispánica





El escándalo OHL (o las conversaciones entre directivos y funcionarios de esta corporación ibérica en México sobre sobrecostos, fraudes y mordidas en el caso del Viaducto Bicentenario) nos ofrece una primera, e inusitada, perspectiva sobre el funcionamiento real del sistema de colusión político-empresarial. Es cierto que las grabaciones no tienen un sabor tan local: la maquinaria de la corrupción en servicios públicos es norma universal pero en estos lares el capitalismo de compadres y las puertas giratorias entre poderes formales y fácticos goza de ciertas peculiaridades. Se percibe la impronta del conseguidor que desde finales de la Castilla medieval se acerca al poder para ganarse prebendas y saquear el común.

Y el caso OHLMEX se merece todos los focos. No importa que algunos medios españoles se lucieron confundiendo el gobierno federal con el gobierno del Estado de México  (estado libre federado,  equivalente a una comunidad autónoma) porque el impacto de las revelaciones transcendió a las costas peninsulares desencadenado un tsunami entre las empresas del cártel español, golpe inesperado que solo tiene un antecedente; el escándalo BBVA que estalló la primavera del 2002 y solo pudo salvarse gracias a la complicidad del instructor de la causa, Baltasar Garzón, con la cúpula del Estado español (del rey Juan Carlos I al presidente José María Aznar) para destruir la credibilidad del testigo clave, Nelson Rodríguez. Pero, a diferencia de aquel entonces, no existe hoy un informante con documentos precisos que pueda llevar a juicio a OHL. Aunque ni falta hace. Las grabaciones son ilegales pero sus efectos serán reales. Y dejarán secuelas.

Este artículo quiere ser, ante todo, un viaje al cinismo de las élites, peninsulares y criollas, que hicieron del coyotaje un modus vivendi. Y estas filtraciones nos recuerdan la obvia verdad de barquero. Cualquiera llega a saber para qué sirven los economistas (maquillar resultados, inflar presupuestos y timar a inexpertos políticos), las concesiones y contratas (privatizar servicios públicos y cargarle a la hacienda nacional los fracasos privados) y los altos cargos del gobierno local, estatal o federal (encargados de negocios al servicio de las corporaciones).

Pero esta historia merece, tras su disfrute estético, un poco de contexto. Porque lo que muestra y señala expone la misma esencia de la hispanidad corporativa que se practica, con parecidos rituales, en Madrid y en Ciudad de México.

Amistades peligrosas


Lo interesante en este caso de espionaje telefónico es que resume, en dos partes, la antropología de la colusión o los componentes culturales de la impunidad. Toda una formación discursiva emerge de dos tandas de conversaciones: la primera permite seguir el relato del tráfico de influencias entre el secretario de Comunicaciones del Estado de México, Apolinar, o Polo, Mena Vargas y el representante legal de OHL México a partir de un asunto banal. La logística de las vacaciones del alto funcionario y sus problemas de agenda. Wallentin se encarga que le cambien el paquete vacacional contratado en el hotel Fairmont Mayakoba, ubicado en exclusivo resort  de esta constructora en la Riviera Maya, y luego decide correr con los gastos. Previa autorización de Oteyza, le dice que la empresa se encarga que “seas nuestro invitado” del 25 al 30 de diciembre del 2014. Un gasto total de 124,038 pesos que corrió a cargo de OHL aunque tras las filtraciones del 7 de abril del 2015 salió a desmentir la historia el propio Apolinar Mena.

Pese a lo cual, la filtración suena coherente: El pasado 12 de diciembre, Wallentin le dice que OHL depositará en su cuenta para cubrir sus gastos. El humor no falta. Cuando el directivo le preguntó al compadre Polo cuanta cuestan sus vacaciones navideñas y el secretario le dice que unos “ciento cincuenta”, éste responde, burlón, “te vas un año ¿o qué?”. La posterior llamada del 23 de diciembre –de Mena al mayordomo del Fairmont Mayakoba- no deja lugar a dudas. El Secretario de Comunicaciones le recuerda y confirma que “me invitaron ahí la gente de OHL”, los mismos que “se iban a encargar de todo”, lo cual confirma el empleado del resort al devolverle la llamada: “Efectivamente, OHL pagará la estancia y todos sus gastos fundamentales”. Está todo dicho.

https://www.youtube.com/watch?v=RRM0tARI_fM

En este collage de pláticas telefónicas, habidas entre noviembre y diciembre del 2014, se detecta la confusión absoluta entre los intereses de la corporación española y el gobierno del Estado de México. El secretario no solo delega sus asuntos vacacionales en su amigo Wallentin, también le comenta de asuntos reservados, y conjuntos, con el secretario de gobierno, José Sergio Manzur, e incluso le recuerda al directivo de OHL la necesidad de reunirse pronto con Juan Osuna Gómez y Sergio Hidalgo, hombres fuertes de la compañía, a lo cual responde el operador de Oteyza con un servicial “tú mandas”.

Lo importante, recalca el alto funcionario mexiquense, es “coordinar agendas” con el presidente de OHL México. En medio, aparece el nombre de Serrano (o Francisco Javier Serrano Dávila, director general de Construcción de Obra Pública del Gobierno del Edomex). Y para redondear la intimidad de los negocios, basta oír ciertos detalles de la conversación del 12 de diciembre del 2014. Mena afirma que en la mañana siguiente se reunirá con el gobernador Eruviel Ávila para tratar asuntos, o pendientes, de OHL en el Valle del Don, una vialidad de Ecatepec, el asunto de las tarifas (o la petición de aumento del 30 % de los peajes del Viaducto Bicentenario) y otras cuestiones menores.
Confianza total entre un servidor público y un directivo de una empresa extranjera que en el contexto histórico no tiene desperdicio teniendo en cuenta que “el 12 de febrero, el Congreso local de Toluca aprobó una iniciativa que reforma la fracción IV del art. 17.43 del Código Administrativo de la entidad, que permitirá que OHL explote hasta 2051 la concesión del CEM, que ya es un bien público, pues ya se pagó la inversión”.

Así pues, la protección legal del gobierno mexiquense a los propietarios del Circuito Exterior Mexiquense se ejerce igual que en España: prorrogando sine die las concesiones mientras se permite, a su vez, que la empresa que gestiona esta autopista conurbada del oriente del Valle de México venda activos del CEM y los use como garantía para pagar parte de su deuda internacional. Un amasijo de trampas financieras recogida en el sitio web finalabuso.com cuyas críticas recogía sinembrago, mx en febrero de este año.

Timadores sin fronteras


La segunda conversación subida a YouTube hace ya varias semanas es singular. Incluso esclarecedora, porque resalta la parte menos contada de los negocios turbios entre Estado y empresa. De costumbre, los empresarios adviertan, con pose adolorida y rictus victimista, que deben pagar mordidas a cualquier nivel de gobierno para conseguir todo tipo de contratos. Así se crea la sensación que el honesto burgués es víctima de un parásito estatal, tenebroso y despótico, que chupa las fuerzas del capital creativo. ¿Pero y si ciertos empresarios fueran también timadores de altura que pretenden engañar a gobiernos amigos con espejitos personales (viajes y casas, por ejemplo) a cambio de estafar a la hacienda pública por la vía del fraude y la manipulación contable?

https://www.youtube.com/watch?v=Cp_8oGmkWyc

La grabación de un carrusel de llamadas entre altos funcionarios de OHL la mañana del sábado 10 de enero del 2015 arroja una luz casi hiriente sobre la contraparte del ogro filantrópico. Lo que se infiere de esta junta virtual de comisionistas –operadores que subcontratan los trabajos de construcción y se quedan con la gestión y operación de las vías públicas- es que OHL tenía a principios de este año un problema grave que debía solucionarse in extremis, El asesor de finanzas del Edomex, Antonio Huerta, Toño en las grabaciones, se dio cuenta que los reportes de OHL al gobierno estatal eran, básicamente, un amasijo de mentiras recubiertas de lenguaje tecnocrático.

Y empieza a pedir concreción sobre las inversiones reales de la empresa española. Al detalle y sin florituras, exige tener los análisis marginales, es decir, “el aporte de cada producto o servicio de la empresa a las utilidades de ésta” para determinar, por separado, ingresos y costos de todas las obras adscritas al proyecto del segundo piso del periférico en su tramo mexiquense para justificar, o no, el incremento de tarifas que pide, o exige, OHL México. Eran tiempos preelectorales y entre retrasos, accidentes, embotellamientos e inconformidad social, se antojaba ser prudente.

La publicidad oficial afirmaba que el proyecto “está estructurado en tres fases: la primera consiste en un viaducto con carácter reversible de 22 km, entre el ex-Toreo y Tepalcapa; en la segunda fase se ejecutará un segundo viaducto en paralelo una vez alcanzado el máximo aforo vehicular, y en la tercera se prolongarán 10 km ambos viaductos”.

La realidad era justamente otra. El incremento en la tarifa no era para adelantar la tercera fase de las obras que OHL no pensaba realizar nunca –y ese es el “fraude” que Oteyza confiesa a su querido Wallentin- sino para tapar los boquetes contables del corporativo que tras inflar, desmedidamente, los beneficios del Viaducto Bicentenario, con falsos estimados de tráfico (55 mil vehículos diarios), necesita más liquidez para tapar su mísera cuenta de resultados. En otras palabras, una pirámide o esquema Ponzi donde los nuevos ingresos apuntalan un negocio en ruinas y permiten seguir con el juego de la simulación.

Hasta que alguien te graba. Y todo termina.

Cuando los medios del poder, desde TV Azteca al periódico La Razón, destripan sin piedad al corporativo español, hay mar de fondo. Y el escándalo llega a España, se filtra entre los accionistas y los títulos de OHL se convierten en zombis esperando la llegada del exterminador. No hacen falta tribunales ni juicios. Basta la ruda exposición mediática de una banda de estafadores de alto copete para que los analistas de bolsa consideren que a OHLMEX  como  “una  empresa  de  alto riesgo” cuya  “credibilidad  entre  el  público  inversionista  se  ha  deteriorado  significativamente,  lo  que  podría  mermar  su  crecimiento  en  los  próximos  trimestres  por  la  menor  confianza a la compañía”.

El final se acerca cuando personajes vinculados a la tenebra periodística tiran a matar contra los coyotes de la hispanidad corporativa. Mauricio Flores, por ejemplo:

“…el incremento en 30 por ciento en el peaje a partir de este año, al pasar de 51.41 pesos a 66.8 pesos el costo de transitar ese Viaducto Elevado que va de Cuatro Caminos al entronque con la autopista México-Querétaro, un incremento siete veces superior al de la inflación, pero que le permite a OHL un modificado título de concesión. Esa “transa que estamos haciendo” como diría Pablo Wallentien (sic), representante de la constructora, sería “cobrar por Adela” como si ya se hubiera construido la Segunda Etapa, o sea que sus 22 kilómetros fueran ya de cuatro carriles (y no dos reversibles), al obtener un aforo diario de 55 mil vehículos tal y como aceptaría el director técnico Jesús Campos López. Pero ello sucederá en el mejor de los casos entre 2023 y 2027, según el dicho atribuido al director de planeación financiera José Luís Muñoz.
El origen de esto (“la mierdota que hacemos” según dijo Wallentin) es que la obra se valuó en cuatro mil 100 millones de pesos pero que llegará a 12 mil millones de pesos hasta la Segunda Etapa y con estimaciones de aforos amañadas. Y reconocen que la Tercera Etapa de cuatro carriles —hasta pasando la caseta a Querétaro— es prácticamente imposible de lograr incluso en 2033.
El aumento de tarifas sin realizar inversiones es atribuido por De Oteyza al delegado consejero de OHL España, Juan Osuna, trampas que ya eran detectadas por el asesor financiero del Edomex, Antonio Huerta y de quien deseaban convenciera al entonces secretario de Finanzas, Erasto Martínez, de encarecer el peaje". La Razón, 7 de mayo del 2005.

Los analistas sentencian, o descuentan, “ajuste en las tarifas del Viaducto y una indemnización por daños y perjuicios”. Otros pensamos que el tigre de papel que creó Villar Mir caerá por efecto de la pirámide descubierta. Como señala Eréndira Espinoza, la mera suspensión de cotizaciones en la Bolsa Mexicana de Valores le costó a OHLMEX una pérdida de más de 11 mil millones de pesos que también se resintió en el IBEX

La esencia de la colusión


La sesión de llamadas sabatinas entre directivos y empleados de OHL se siente, decíamos antes, como una antropología de la colusión. Es la confesional de una banda de estafadores de cuello blanco que organizan una pirámide financiera y descubren que se pasaron de lanza. Y podrían ser descubiertos. Revela, también, un estilo descarnado y cínico de compadres que se la viven en la tranza. Entre sarcasmos, culpas y desprecios, Wallentin se convierte en el eje central de un mediometraje inusual rodado en el corazón de las relaciones que cimientan el poder en México.

Así hay que verlo. Incluso más allá de sus certeras consecuencias sobre la línea de flotación de OHL en todo el mundo. Hay momentos inenarrables. Cuando el operador de OHLMX platica con el director de planeación financiera de OHL, José Luís Muñoz y le confiesa que no es tan fácil poner a un ejecutivo de rodillas. Quiere que Muñoz le cocine las cifras a Serrano para que éste acepte los números maquillados de OHL y luego “se los pase a Erasto” (el ex secretario de Finanzas del Edomex, Erasto Martínez) y se pueda resolver el malentendido con una fraternal comida de cuates pero reconoce Wallentin su punto débil: no basta decir que “el gobierno es nuestro empleado”. Se requieren mañas y estilo porque en cuestión de arreglarse, la cosa es entre pares. Y nadie quiere que le vean la cara.

Luego están las risas del representante de OHL México cuando se entera que la “mierdota” del Viaducto Bicentenario tuvo un sobrecosto de 7 mil millones de pesos.  Pura alegría de coyote en estado de ebriedad cósmica. Felicidad del comisionista que lucra sin hacer nada. Pero la confesión no termina ahí. El cerebral Muñoz relata al representante de OHL los tecnicismos del fraude y el directivo convierte cifras en poesía: la constructora “se chinga toda la lana, 3 mil millones de pesos, cabronamente nada más, de puro margen”. De la cual Quinde (Héctor Quinde Razuri, director de explotación de OHL México) “se chinga el veintitantos por ciento”. Pero media hora de llamadas permite casi todo. Como descubrir, al decir de Muñoz. “que no somos eficientes en costos”.

Y se menta la soga en casa del ahorcado. O la eficiencia del rival, Pinfra, la constructora de David Peñaloza Sandoval, quien fuera jefe del Oteyza cuando fungía como rey de las concesiones durante el sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994). Un emporio carretero llamado Tribasa que pareció desplomarse entre el efecto tequila y la deuda acumulada a finales de los noventa. Pero no fue así. La matriz, hoy reconvertida en Pinfra, renació de sus cenizas con el apoyo de presidentes prisitas y panistas que mantuvieron sus concesiones de tal forma que el millonario, encarcelado en España en 2002 y liberado en México el 2003, volvió a la lista de los ricos de Forbes hace apenas un año, limpio de culpas y adeudos.

Y ahora contempla, complacido quizás, el derrumbe de su amigo Oteyza cuya tendencia a limpiarse las manos cada vez que hay problemas se está volviendo legendaria. Cierto. Como bien dice el churumbel de España, cuando el fraude se sepa él ya estará muerto. Y en el camino, cuando menos, advenedizos como “el gandalla de Osuna”, caerán del pedestal corporativo por inventar, primero que los mexicanos, inversiones que nunca pensaron hacer.

Se aprende, pues, escuchando la novela de los coyotes hispano-mexicanos. Entiende uno mejor el caló de las altas finanzas y la baja política. Hasta el desagrado que produce el cártel español entre sus mismos socios. Señala el representante de OHL México que sus costos operativos son altos “por sueldos de españoles”. Y es dedicatoria al doble sueldo de Juan Osuna Gómez en Madrid (Consejero Delegado de OHL Concesiones) y en el DF (Vicepresidente de OHL México)

Y es que se cree “más listo que todo el mundo” dice un irritado Oteyza que no soporta, al parecer, el intrusismo profesional de los conseguidores ibéricos, deseosos de fama y riqueza, pero igualmente capaces de arruinar, por fantasiosos, las redes de afinidad que por años cultivó este hijo de exiliados vascos.

Cosas que se descubre uno escuchando tan jugosas filtraciones. Confirmaciones de una hipótesis que desarrollé en ensayos y libros. Cuando el cártel español de los negocios puentea a los coyotes locales, las cosas salen mal. Aunque el caso Oteyza quizás pruebe lo opuesto: los veteranos del poder traen pleitos añejos y puede que la matriz española esté pagando, ahora, el precio de una vieja vendetta. Como sea, el costo será alto. Y definitivo. Porque los viejos reyes del coyotaje, empezando por Juan Miguel Villar Mir, tienen un pie en la tumba y concesionarias como Obrascón Huarte Laín dependen demasiado de los contratos en México. Y este demasiado explica (casi) todo:

Desde noviembre de 2014, el valor de las acciones de la empresa en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) ha mostrado un descenso, pues inversionistas consideran que la controladora en España está ‘ordeñando’ a su filial mexicana al vender 7.5 por ciento del capital social de la compañía, por un monto aproximado de 3 mil 900 millones de pesos y de los cuales, OHL México no recibió nada. El Financiero, 12 de marzo del 2015.

La ordeña podría terminar pronto. Y esta vez no tiene por qué ser la fantasía de este tecleador solitario. En la jungla darwinista, cualquier puede caer. Y OHL luce ya como pirámide tocada, expuesta al galopante temor de los accionistas. Los mañosos de Villar Mir sintieron que en México nada podía fallar. Tengo la impresión que no andaban equivocados pero tras un largo paseo triunfal, la empresa emblemática de la corrupción ibérica recibe su primera puñalada. Y no fueron los opositores a la Supervía Poniente, los irritados usuarios del Viaducto Bicentenario o los periodistas maliciosos quienes hundieron el cuestionado prestigio de la constructora fantasma.

Dudo, incluso, que nunca se llegue a saber con certeza quien sentenció su destino azteca. Pero si esto fuera el primer descalabro del cártel español en México me doy por satisfecho.  A sabiendas que los nuevos concesionarios harán lo mismo que los viejos. No hace falta engañarse: la rueda del coyote seguirá. Porque la ilusión del cambio se esfumó en México hace ya mucho tiempo y los poderes reales andan tranquilos en medio de la debacle social. Así que solo queda sentarse a ver este juego de tronos corporativo donde, de todos modos, usted y yo igual saldremos debiendo.



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lunes, 16 de marzo de 2015

Por qué el despido de Carmen Aristegui liquidó la transición mexicana


Carmen Aristegui: una tragedia anunciada


Como se temía, sucedió. La noche del 15 de marzo del 2015 terminó, oficialmente, la transición cultural mexicana. El día que MVS dio por terminada la "relación laboral" con Carmen Aristegui se sacrificó a la periodista estrella de la radio mexicana al altar de la inquebrantable alianza entre Estado y Capital, síntesis de la modernidad mexicana. Pero la decapitación tiene más lecturas. Y ahí va una de ellas. La inexistente transición de un modelo autoritario a un régimen de "libertades" se asentaba en dos premisas que nunca fueron ciertas en el laberinto mexicano: elecciones libres por un lado (1988 y 2006 arruinaron el concepto) y periodismo veraz para contrabalancear el juego de los poderes fácticos.

Es fácil decir que todo resulta una ilusión en las democracias avanzadas pero resulta triste confirmar que ni siquiera los mínimos occidentales -alternancia de partidos y esfera pública oxigenada- llegaron a ser reales en un país donde todo pareció cambiar para volver a ser lo mismo.

Claro está que en el tránsito del nacionalismo (post)revolucionario al régimen neoliberal pasaron una inmensa cantidad de cosas. Pero a juzgar por el sacrifico final de Carmen Aristegui, solo puede decirse que la frase de Andreotti resultó cierta: el poder desgasta solo a quien no lo tiene.  Los vectores que arruinaron el Mexican Moment de los mexiquenses en Los Pinos (Ayotzinapa y la Casa Blanca) dañaron quizás el prestigio de Peña Nieto y su vuelo sexenal pero la reconfiguración de poderes que se estableció en sus inicios sigue adelante. 

El disciplinamiento y cohesión del capitalismo mexicano alrededor del proyecto empresarial de EPN no deja lugar a dudas: la familia Vargas sacrifica a una empleada molesta porque tiene en Los Pinos a un exempleado que es portavoz del presidente y puede ofrecerles varios interesantes amarres en asuntos de telecomunicaciones.

El altar del poder y los necesarios sacrificios


Nada nuevo en el ritual de los sacrificios humanos. En este país, nadie que se precie paga para que le peguen y Aristegui consiguió, por demasiados años, un estatus que solo existe en estos raros momentos de transición auténtica cuando las viejas reglas del sistema parecen desmoronarse y las élites fluyen sin control ni estrategia. Por eso la presentadora pudo vencer al presidente Calderón pero no pudo sobrevivir al retorno del PRI a Los Pinos.

Es fácil decir que Joaquín Vargas, dueño y señor de MVS Radio, tenía todo su santo derecho a correr a una periodista cuyo equipo no seguía los lineamientos internos que deben regir las relaciones entre empleador y empleado. Es lícito decir (y hasta suena cándido) que el patrón puede liquidar a quien quiera si esto le garantiza mayores y más redituables negocios. Es cierto, pues. Carmen Aristegui no trabajaba en medios públicos ni en radios comunitarias y si dos de sus redactores decidieron promover una iniciativa de filtración de documentos, o MéxicoLeaks, nada más lógico que despedirlos ipso facto pero...

No nos hagamos pendejos porque ni falta hace. Daniel Lizárraga e Irving Huerta fueron, finalmente, las dos personas que trabajaron la investigación de los arreglos mafiosos entre constructora Higa y el presidente en turno que seguía con otras pistas, confirmadas e incipientes, sobre otros favores del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú a miembros del ejecutivo federal.  Su defenestración, rápida y furibunda, marcaba el camino de esta tragedia mexicana. 

Su jefa no podía, bajo ningún concepto, aceptar tal humillación y su declaración del viernes 13 de marzo sentenciaba el asunto. Vinculó su destino al de sus periodistas y ese fue su testamento en tiempo real. La batalla por "nuestra libertad" fue todo un símbolo. Y su caída determina el fracaso del consenso social que necesitaba el presunto cambio de modelo.  

Carmen Aristegui no tendrá más tribunas en ninguna radio comercial y así concluye el último y necesario mito de la transición mexicana. Aristegui no será, pues, la réplica de Iñaki Gabilondo, aquel que construyó la legitimidad de la democracia ibérica mediante la construcción de una potente industria cultural dirigida por empresarios y políticos de alto nivel (Grupo Prisa). Nada de esto habrá sucedido en México porque este mismo modelo murió dos veces en tierra azteca.

La transición que nunca fue


El mismo consorcio de medios que inventó la transición cultural en España sacrificó, en estos lares, a su estrella radiofónica para garantizar sus negocios con el panismo durante el sexenio de Calderón. Es la historia de W Radio que sirve para constatar los límites mortales de una apertura cultural que debía vincularse a la alternancia política. Y Aristegui creyó que la protectora sombra de Jesús de Polanco le daría la independencia suficiente para hacer periodismo sin cortapisas. En enero del 2008, la "incompatibilidad editorial" de W Radio y la presentadora de Hoy por Hoy determinó el cese de su contrato.

Cuando en abril del 2011 fui invitado a su programa nocturno de CNN le pregunté justamente sobre este tema y su honesta respuesta fue decirme, al terminar la entrevista y acompañarme al ascensor, que ella creyó que en W Radio podría trabajar en libertad y que solo por eso decidió ignorar el hecho que la compra de la emisora por parte de un consorcio extranjero era ilegal. Pero finalmente, me dijo, se equivocó.

Lo que luego sucedió en MVS Radio -su primer despido y readmisión en febrero del 2011 que contó en un excelente, profético y finalmente fallido artículo- siguió el mismo trágico guion solo que los actos del desenlace se prolongaron en forma explosiva mientras los protagonistas buscaban, a ratos, evitar lo inevitable. Pero aquello el señor Vargas se atrevió a decir de un presidente saliente en agosto del 2012 -"Si te callas te doy, si no obedeces te quito"- quedó  en redundante hipocresía tres años después.

Cuando la noche del domingo 15 de marzo del 2015, don Joaquín liquidó a doña Carmen, no dijo "mato para que me den". Tuvieron que abusar sus escribanos del victimismo de los victimarios con expresiones tan pedestres como el ultimátum, los privilegios y las imposiciones de una periodista sobre una empresa que gusta del trabajo en equipo y la libertad de expresión.

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                       Comunicado de MVS Radio sobre el despido de Aristegui


Tan fácil que era decirlo en español: para asegurar negocios varios, MVS Radio prescinde de una señora que molesta demasiado al presidente en turno.

El final de la transición mexicana no es Carmen Aristegui convertida en portavoz del orden social develando en sus programas a los enemigos del Estado (tal cual sucedió en el caso Sandino Bucio) y legitimando con su inmenso capital mediático un sistema injusto fundado en el consenso de las clases medias y la apatía de la prole. Nada de eso sucederá en este país que ya no existe.

La expulsión del olimpo mediático


Tanto el régimen político mexicano como los poderes fácticos que lo sustentan pueden prescindir de la hegemonía cultural mientras el orden de los negocios -del narco a la banca, pasando por concesiones y prebendas al calor de las privatizaciones- no esté sometido a amenazas o escrutinios fuera de control. Y el asunto de la Casa Blanca demostró que el equipo de Aristegui se tomaba unas libertades que en este bendito país se pagan con la expulsión del sistema.

En la cúspide de su felicidad vengativa, Federico Arreola -antaño señor de los cielos mediáticos, hoy abarrotero menor del ciberespacio- sentenció que el futuro de Carmen Aristegui está en la red porque ninguna radio comercial volverá a contratarla. El ocaso de José Gutiérrez Vivó tras su defenestración en 2008 o el risible espacio web que creó el antaño megalómano Pedro Ferriz de Con prueban que la vida fuera del olimpo mediático no es cosa fácil.

La periodista que podía desafiar al poder desde sus espacios de representación y marcar la agenda del día desde su cabina matutina desaparece. Lo que venga será mucho más rudo. Y el impacto mucho menor en un país donde internet no es, pese a todo, el factor dominante.

Hace semanas me preguntaba, enfático, quien detendría a Angélica Rivera y en verdad nadie ha frenado a la presidencia colonial.  La repetición, chafa y cansina, de la transición española en tierras mexicanas concluye con la segunda muerte de Carmen Aristegui. La socialdemocracia mediática topó con la cruda realidad y la tragedia concluyó en catarsis. El poder exorcizó sus demonios y nosotros seguimos en la orilla de la ciudadela mexicana, conscientes en demasía, que las llaves del reino nunca serán nuestras. Game over.

El 15 de marzo del 2015 murió, de muerte inducida, la transición cultural mexicana.  Una vez termine el velorio, seguirá en pie la ominosa pregunta: ¿Y ahora qué?
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domingo, 15 de febrero de 2015

Matar al mensajero y Nightcrawler: 2 películas sobre periodismo que no puedes perderte

El periodismo como búsqueda de la verdad y develación de las trampas del poder murió hace tiempo. Los mentores que hicieron las grandes frases que debían guiar nuestro camino se mueren. Y nos dejan con las mismas frases -"para un periodista el principio fundamental es buscar la verdad y contarla"- que el Washington Post parecía aplicar en tiempos del Watertgate cuando, en el reflujo de Vietnam y el gran cuestionamento, los medios estadounidenses parecieron sacudirse su tradicional colaboracionismo con el poder o los poderes (fácticos, naturalmente).  

Fue un espejismo.El fulgor de un meteorito que iluminó las mentes de varias generaciones y que, estilo cometa Halley. pasa una vez cada cien años. Cabe dudar que en la actual debacle de la prensa escrita, vivamos otra vez este momento catártico. 

No fue así en el caso WikiLeaks, o los cables de embajadas que los cinco grandes medios de Europa y EEUU prometieron exhibir para convertir en anecdota burocrática y linchamiento final a su proveedor y amigo, un tal Julian Assange. Tampoco sucedió en  el caso Snowden que terminó con Glenn Greenwald fundando un medio cibernético, o The Intercept,  para decir aquello que ya no cabía en los medios tradicionales sobre el gran hermano que  existe en loa grandes sótanos bajo la luna de la NSA y controla todos nuestros pasos en la red.

En esta agonía final, sin héroes a la vista, dos películas producidas en California pero lejos del estilo Hollywood (hoy reducido a superhéroes y otras inflaciones de palomitas) marcan el final de ciclo de una profesión que en otros tiempos pareció la cumbre del hombre occidental.

Es modo irónico. Y crepuscular. La fascinación del cine estadounidense por su otra industria cultural (el periodismo corporativo) debía terminar con un bello epitafio. Y no fue solo uno sino dos.

Kill the messenger o perro si come perro


Siguendo en modo irónico, resultará  que hombres vinculados a Hollywood  serán los enterradores del negocio de la información. Y el colapso filmado tuvo lugar en 2014. Dos películas estrenadas el año pasado son perfecta necrológica de algo que en los setenta parecía posible (el cuarto poder contra el imperio del secreto) y hoy resulta risible.


Kill the messenger: ¿verdades incómodas?
Kill the messenger: ¿verdades incómodas?






Kill the messenger es el relato biográfico-político de Gary Webb, el periodista que reportó en 1996 la connivencia entre la CIA y traficantes del este de Los Angeles que vendían crack y cuyos beneficios sivireron para financiar a la contra nicaraguense en la década de 1980. Sus colegas de la prensa corporativa se encargaron de destruirlo inventando una cascada de calumnias y medias verdades sobre su (sospechoso) trabajo profesional.

No hubo un segundo Watergate ni cobertura en prime time. La jauría lo acabó y en 2004, sin trabajo ni expectativas, Webb se pegó un tiro en la cabeza.

Asi que nada de final feliz para el periodismo libre. Y esta película que ha movido reflexiones, calumnias retroactivas y memorias completas sobre la cacería mediática contra uno de los suyos desmiente que perro no come perro y que entre compañeros aplica el respeto. La casta divina señalo al mensajero y lo acabó. Conste en acta.

Nightcrawler: el American Psyhco del periodismo



Nightcrawler,  o la historia de un pequeño ladrón, desempleado y sociópata, que descubre su vocacion de freelancer cubriendo la nota roja en el escenario nocturno de L.A. El retorcido lenguaje del capitalismo aspiracional aplicada a un tipo que sacrifica "empleados", ética profesional y otras nimiedades para grabar la noticia más sangrienta que los productores de canales locales puedan imaginar.


NIghtcrawler: periodismo, sangre y horror.
Nightcrawler: periodismo, sangre y horror.



El éxito de este american psycho es el reflejo del capitalismo sin adjetivos o el sueño del emprendedor que cumple su "sueño" emulando los tiburones de la libre empresa. Su deshumanización lo dota de una colosal capacidad de convertir el horror en lucro y captar lo que necesita la industria televisiva. Y su éxtio determina lo único que quedará del periodismo corporativo y su desesperada búsqueda del raiting. Una legión de lunáticos que es cómplice, testigo y actor de una masacre sin fin.
Pan, circo y horror.
El periodismo ha muerto. Y nunca un velorio fílmico fue tan impactante. Es tiempo de comer perro.
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domingo, 8 de febrero de 2015

Mario Vázquez Raña: el triste legado del poder gallego en México

Se fue el hijo de Don Venancio y no es chiste de gallegos.  Mario Vázquez Raña, símbolo y prototipo del poder hispano-mexicano, murió a los 82 años. Millonario en decadencia (su hermano Olegario & hijos le estaba ganando la partida), este devoto de su patria chica -los montes que rodean el villorio de Avión y su comarca del Ribeiro- se fue con la misma carga que arrastró desde 1976, el año en que compró a precio de amigo y por cortestía de su amigo el presidente Luís Echeverría, la mayor cadena de prensa de habla española, la Organización Periodística García Valseca, fundado por un poblano del mismo nombre que terminó sus días arruinado y loco.

OEM: al servicio del poder


Cosa del maleficio o de los negocios conjuntos, el vástago más conocido de esta dinastía empresarial galaico-mexicana acumula tras de si las ruinas de un imperio que acumuló poder pero carecío de gloria. Sus decenas de periódicos regionales dejan como legado la sumisión al poder constituido. Antes que desaparezca o sea vendida en partes, la Organización Editorial Mexicana dejará el recuerdo de la infinita y abyecta devoción de su patrón al partido que dio a su clase un inusitado y tranquilo control de mando.  De Echeverría a Peña Nieto, pasando por Salinas de Gortari, Mario Vázquez Raña fue soldado del PRI. Y el mayor recuerdo mediático será esta portada que se reprodujo, como acarreado virus, en todas  los periódicos de la OEM en mayo del 2012:


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Todo el poder, nada de gloria. Poder del dinero y orgullo del ranchero, campesino o pobretón que tras la estela de Don Venancio, emigrante llegado a México en 1918, construyó un emporio mueblero, o Hermanos Vázquez, nacido del ambulantaje que practicaban, a principios del siglo XX, grupos de judíos, turcos (maronitas, cristianos o chiitas procedentes del disuelto imperio otomano), italianos o gallegos, variedad de grupos étnicos y culturales que fruto de las coyunturas históricas -pogroms, guerras y miseria- huyeron hacia las Américas en busca de una vida mejor:

En las primeras décadas del pasado siglo muchos de los emigrantes gallegos en México comenzaron como “vendecuadros”, que así llamaban a los vendedores ambulantes de laminas enmarcadas que portaban a hombros por las calles de la capital federal. Hasta que conseguían establecerse con un pequeño negocio, casi siempre dedicado a la venta de muebles.
Eso es lo que hizo Venancio Vázquez tras años muy duros, abrir una modesta mueblería que vendía casi todo a crédito, hasta el punto que el crédito terminaría por convertirse en la base principal del negocio.
En aquel pequeño local, sus seis hijos – Aurelio, Sara, Apolinar, Mario, Olegario y Abel, los dos mayores fallecidos prematuramente –, todos tuvieron que arrimar el hombro, comenzando a trabajar desde pequeños y alternando el almacén con la escuela.
A partir de la década de los cincuenta la tienda fue creciendo hasta que, ya en los setenta, Almacenes Vázquez alcanzó unas considerables dimensiones y pasó a denominarse Hermanos Vázquez, la actual cadena de grandes almacenes. (Agencia ANSA, 21 de enero del 2006)

Desde 1975,  el rol del emigrante exitosos en el ramo habitual (mueblerías, constructoras y hoteles de paso o moteles para citas rápidas y discretas entre sábanas) cambió gracias al reglao presidencial. La relación personal entre la familia Echeverría y sus muebleros de confianza se consolidó tras la caída de García Valseca, el famoso coronel que levantó desde la década de 1940 una red de periodicos provinciales que mantuvo por décadas la aleación de anticomunismo, guadalupanismo e industrialismo que las burguesías fuereñas -políticos y empresarios ignorados por el centro- tomaron como santo y seña del desarrollo estabilizador. Según me dijo uno de sus editores, el casi centenario Salvador Borrego,  la quiebra y absorción del grupo por parte del gobiero fue para evitar que la endeudada corporación de medios cayera en manos del primer adversario de Echeverría, o el jefe natural de la reacción regiomontana, Eugenio Garza Sada. Razón por la cual, y siguiendo su argumentación conspirativa, la oferta de compra de un pool encabezado por el fundador del Tec de Monterrey concluyó en su asesinato el 17 de septiembre de 1973.

Magnate "por casualidad"


Más allá de los recovecos de una historia todavía oculta, la proximidad del clan gallego con el húesped de Los Pinos propició la conversión de Vázquez Raña en magnate "por casualidad":

La primera intención financiera de aquel joven que se iniciaba en los negocios fue comprar una empresa de frigorificos que pertenecía al Gobierno. Pero el Gobierno le advirtió que no estaba en venta. Aunque sí, se vendía la cadena de Prensa El Sol de México, de García Valseca, que por aquel entonces tan sólo tenía 26 diarios. "Y la acabamos comprando".
En aquellos tiempos se decía en México que el entonces presidente del Gobierno, Luis Echevarría, era socio de los Vázquez Raña, además de amigo desde hacía muchos años. Pero Mario afirma que aquello eran rumores infundados. "Cuando Echevarría se enteró de que yo estaba algo interesado en esta cadena de Prensa me invitó a conversar con él. Se limitó a animarme para que la comprara, pero nada más. La compré y me dediqué a sanearla y poco a poco la fuimos ampliando". (EL País, 1 de noviembre de 1983)

En aquella entrevista a El País, el titán de la prensa mexicana se muestra en la cumbre de un poder que no disminuyó hasta la emergencia de proyectos empresariales de nuevo cuño -Reforma y Milenio- y la conversión de viejos medios capitalinos -El Universal o Excélsior- en rediseñados portavoces del estatus quo, encabezado, este último, por su hermano y rival Olegario. Los Soles de México sobrevivieron por la inercia de favores, colusión y chayo entre gobiernos & cabeceras de prensa y por el empuje de la nota roja (La Prensa) y los deportes (Esto) pero si algo podrá decirse de Mario Vázquez Raña es que convirtió el primer grupo de medios de México en una anquilosada estructura corproativa sin futuro ni visión y al deporte olímpico mexicano en un coto cerrado de mediocridad e impunidad. Faltan los escribanos que nos cuenten la singular historia de este doble fracaso del gallego universal. Nada aportó a México pero, sin duda, mucho le deben en España.

Barcelona 92 y el amigo mexicano


Como relata en sus memorias quien fuera director de la Agencia EFE,  el también gallego Alfonos S. Palomares, la influencia de Vázquez Raña en el olimpismo latinoamericano y en Laussane fue clave en la elección de Barcelona como sede de los JJOO de 1992. Mario "era uno de los grandes mandarines del deporte mundial,  presidente de los Comités Olímpicos Nacionales, poderosa voz en el COI, motor del deporte en el continente americanoy no sé cuantas cosas más. Un verdadero señor de los anillos" (pág 227). Recuerda Palomares:

Aunque pocos lo saben, el miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) Mario Vázquez Raña fue uno de los grandes electores para que Barcelona fuera designada sede olímpica. Gastó horas y horas enumerando razones para convencer a unos y a otros, además de dinero para visitarles en las más distintas partes del mundo. Sin el decidido apoyo de Mario Vázquez Raña, Juan Antonio Samaranch hubiera tenido muy difícil alzarse con la presidencia del COI.

Patronazgo que el mismo Samaranch confirmó en encuentro con el director de EFE que el magnate gallego aportó su avión personal y decenas de votos latinoamericanos para encubrarlo a la presidencia del COI en 1980. Confirmado en una entrevista  que el periódico barcelonés Sport le hizo a MVR en abril del 2010. Su poder de seducción se basaba en la combinación infalible: "un tipo simpático, abierto y generosamente rico"  que usaba "motoristas del gobierno" para apantallar a sus visitas ilustres en el aeropuerto del DF para luego moverlos en helicóptero desde su "inmenso ático con jardín y bar, gimansio y sala de proyecciones, sauna y baño turco" (pág 224)  hasta su residencia particular donde la esperaba Paquita, "la guapa chica de Beade" (pág. 225).

Samaranch y Vázquez Raña: amistades olímpicas / Imagen: Sport
        Samaranch y Vázquez Raña: amistades olímpicas / Imagen: Sport

En la intimidad del magnate, el gallego melancólico buscaba cualquier excusa para viajar a Avión y armar el ritual más importante del campesino español, la matanza del cerdo, bárbara tradición no apta para corazones sensibles y que acorde al relato de Palomares terminó con Mario "clávandole el cuchillo en la garganta para desangrarlo" o para ser más exactos "con los chillidos desgarrados del cerdo que sangraba a borbotones entre la hoja del cuchillo con el que Mario le buscó el corazón" (pág 232) en su papel de matón encargado de acuchillar al puerco.

Ceremonias para recordar la niñez gallega antes que MVR se fuera a un "desayuno con el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Carlos Salinas de Gortari", el msmo personaje que ya de presidente recibió a Palomares y  al enterarse de la buena relación entre ambos gallegos dio otro giro a la plática al punto que "este conocimiento nos facilitó la conversación" (pág. 206) La vía de los negocios fue siempre la misma: los empresarios hispano-mexicanos son la mejor carta de presentacion en Los Pinos porque gozan de la veneración y el respeto de los presidentes en turno. De Don Mario a Don Valentín Díaz Morodo pasando por el viejo Moisés Cosío en tiempos de Ávila Camacho, siempre hay un gachiupín en la antecamara esperando los parabienes del emperador criollo.

En Galicia loarán sus figura porque los hermanos Vázquez Raña, socios y amigos de Carlos Slim, y protectores del clan de Avión  (incluido Carlo Mouriño, papá del difunto secretario de Gobernación del sexenio calderonista), armaron la cadena de favores que convirtio a PEMEX en salvador de astilleros deshauciados. El resto de los mortales dirán, quizás, lo mismo que este solitatio tuit-resumen de todas las indiferencias:

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Se fue el matón de cerdos de Avión. El orgullo de su clan. Y su epitafio será que tuvo poder pero jamás gloria. Poco más puede decirse. Poco más quedará.

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viernes, 6 de febrero de 2015

Ayotzinapa: verdad histórica y verdad oficial





¿Algún día reconocerán todos los resentidos sociales que en este país tenemos una lengua oficial tan sofisticada que permite reconvertir términos jurídicos como verdad histórica en grandiosa ficción publicitaria?

A finales de enero la Procuraduría General de la República decidió dar carpetazo al incómodo asunto de los normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, y no pudo encontrar mejor forma de despedir el asunto que usando (y abusando) de un bello término: verdad histórica.

Solo que la palabreja no aplica.

La jurisprudencia mexicana establece que la verdad histórica es "la verdad absoluta, sustancial o material, plasmada en un espacio y en un tiempo determinado" (1), es decir, la utopía del derecho penal: una increíble acumulación de pruebas que permite establecer, sin duda alguna, lo sucedido en un crimen como el de Iguala la noche del 26 de septiembre del 2014. Ni siquiera en la simulación judicial que priva en nuestro país se considera que esta verdad absoluta sea factible. En todo proceso se busca, apenas, la verdad procesal, o la verdad legal particular que "se reduce al acreditamiento mediante la prueba idónea y lícita, formalmente obtenida y válidamente introducida, para justificar un hecho punible y la responsabilidad o participación del imputado en el delito, o bien, desde el punto de vista del imputado y su defensa, justificar plenamente la inocencia de éste" (2).

Los detenidos en el caso Ayotzinapa son la única fuente de prueba que exhibe el procurador Murillo Karam. A falta de periciales básicas como las pendientes pruebas de ADN de la Universidad de Innsbruck, solo existen los relatos de los presuntos asesinos. Y esos relatos van a determinar el peso de la prueba. Si se comprueba ante el juez que las averiguaciones previas fueron obtenidas mediante violaciones al debido proceso (torturas, por ejemplo) podrían, incluso, quedar en libertad. Pero en todo caso, y eso es lo que importa, el Ministerio Público no construye verdad histórica alguna. Solo abre las puertas a una verdad procesal que será tal si termina en sentencia inculpatoria para los acusados.

La otra verdad histórica 


Hay otra versión del mismo término La jurisprudencia internacional considera que "el relato colectivo —la verdad histórica que la sociedad establece— no está determinado ni por la versión del victimario, ni por la versión que la sociedad pueda hacer, aislada de la víctima —muchas veces, en calidad de mera espectadora—, de los hechos. El relato de la experiencia vivida por la víctima articula la verdad histórica. Esta verdad lo es, en primer lugar, acerca de lo vivido y padecido por la víctima" (3). Esta verdad de los hechos determinada por varias sentencias de la Corte Interamericana de Justicia en casos de violaciones a los derechos humanos convierte el relato de la víctima "en la verdad de lo que sucedió" (4).

En resumen, la verdad histórica de la PGR no aplica ni en el primer ni en el segundo caso. Sigue habiendo 42 desaparecidos, un solo cuerpo identificado y los relatos de supervivientes y familiares siguen siendo ignorados, ninguneados o desestimados, por el Estado mexicano. Mientras se excluye, completamente, la posible participación del ejército en los eventos, se da por supuesto que alguna organización criminal estuvo vinculada con la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos bien como sicarios infiltrados entre los normalistas bien como traficantes vinculados al director de la institución. La verdad y autoridad de las víctimas, fundamento de la verdad histórica, se convierten en manos del Estado mexicano en calumnia institucional contra los normalistas asesinados.

Pero ¿importa?

Que no haya verdad alguna en esta historia oficial es lo de menos. Lo importante es la genial inventiva de los letrados de la PGR, creadores de grandes y poderosas metáforas que encubren la realidad y rematan a las víctimas.

La ciudad letrada que fundó nuestro perenne orden colonial no muere. Se reinventa para seguir matando. ¡Pos qué vivan los licenciados!

Fuentes


1. Martínez Pérez, Mario Alberto, Diferencia sustancial entre verdad histórica y verdad procesal, disponible en http://www.juiciooraloaxaca.gob.mx/publicaciones/revista55JSL/DIFERENCIA%20SUSTANCIAL%20ENTRE%20VERDAD%20HISTORICA%20Y%20VERDAD%20PROCESAL.pdf

2. Idem

3. Rincón Covelli, Tatiana. La verdad histórica: una verdad que se establece y legitima desde el punto de vista de las víctimas.  Revista Estudios Socio-Jurídicos. Universidad del Rosario, Colombia. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=73309909

4. Idem.


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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Apuntes sobre el último maurrasiano: Jaume Vallcorba (1949-2014)



Jaume Vallcorba, fundador de Quaderns Crema y El Acantillado




Dicen las crónicas que muchos asistentes se sorprendieron del pétreo catolicismo que se escenificó en el entierro del editor Jaume Vallcorba. Un oficiante jesuita, varios curas acompañantes más todos los santos óleos, la bendición papal y el réquiem de Fauré. La sorpresa parece improcedente: su sepelio cerró la coherente ruta del editor reaccionario por antonomasia. El fundador de Quaderns Crema y El Acantillado fue siempre un convencido defensor de Occidente.  Solo se puede entender su apuesta contra el “sectarismo pragmático” de los editores de los sesentas como parte de una extensa y  permanente cruzada cultural. Para aquel recién llegado el mundo editorial barcelonés, había que dinamitar los restos del boom latinoamericano. Alicaída heregía de cuando Barral & Amigos abrieron las compuertas de la anquilosada España a la revolución cubana y otras plantas exóticas que amenazaron por una década el orden sociocultural de la hispanidad.

Vallcorba fundó en 1979 una editorial con una esotérica misión: la vuelta al orden natural de las cosas. Nada que no estuvieran haciendo Jorge Herralde, Beatriz de Moura o Josep Maria Castellet en sus respectivas empresas. La única diferencia es que aquel joven que en 1981 reivindicaba el legado estético de Charles Maurras en las páginas de El País sabía que la Cultura no era nada sin Tradición y que la Tradición era el sustento de la jerarquía social que se perdió cuando los soviéticos conquistaron la mitad de Europa en 1945 y desapareció toda referencia al pensamiento de ultraderecha que por casi medio siglo permeó entre las élites del sur de Europa.

Este es el universo cultural que Vallcorba idolatraba. Y para el cual preparó a conciencia su último viaje. Su ideal fue, siempre y en todas partes, la Action Française de Charles Maurras y Léon Daudet, una legión de vanguardistas-integristas católicos que por 40 años marcó línea en la cruzada antisocialista.  Las castas conservadoras de los países francófonos e hispanos acataron, a pies juntillas, todos y cada uno de sus clichés culturales. Hasta que la caída del III Reich mandó a la basura todo aquello.  Y tuvieron que acoplarse al estilo impuesto por el amigo americano.


La discreta ideología de Vallcorba explica, por ejemplo, su nula pasión independentista. Su estilo no era el furioso neopopulismo catalán sino el rancio imperialismo indirecto que predicaba su idolatrado Eugeni d'Ors y que Enric Ucelay da Cal retrató en una obra de referencia sobre la cloaca intelectual que marcó el catalanismo previo a la II República española.

El orden católico modernizador que iniciara Xenius en la Mancomunitat catalana (1914-1923) y se consolidaría en la paz franquista (1939-1975) fue el tamiz ideológico de Jaume Vallcorba. Dogma que puede trazarse en la trinomía anti-revolucionaria de Álvaro d’Ors, coherente hijo del Pentarca, en los textos del Gonzalo Fernández de la Mora, franquista neoliberal y fundador de Razón Española, así como en los libros de Vicente Cacho Viu, elegante opusdeista que sintetizó, en forma brillante, la historia cultural del elitismo español.

A ese mundo se debió el editor catalán. Mundo naturalmente críptico, apto solo para enterados. A diferencia de sus ancestros, Vallcorba nunca hablaba directamente de política y tampoco aplicó su conocida bilis irónico-sarcástica contra todos los enemigos del clasicismo. No pudo emular a Maurras porque el universo doctrinal de la Action Française quedó sepultado bajo el lodo del colaboracionismo y el antisemitismo. Y aunque lo primero es norma en el siglo XXI, lo segundo es tabú.

No pudo revertir el rumbo de la Catalunya secularizada y aconfesional pero puso su parte para extirpar, de raíz, toda tentación izquierdista. Por eso fue editor, guía y compadre del escritor más vacío y totémico de la cultura catalana, Quim Monzó (sionista fúrico emergido del populacho barcelonés). Vallcorba dio a muchos jóvenes desorientados una probadita del poder venidero: posicionó a una cuadrilla cultural justo cuando la literatura catalana necesitaba actualizarse. Así que les dio el look, el empaque y la forma necesaria para venderse en la ciudadela posmoderna. El mítico Mas i Mas Bar de Mariá Cubí se convirtió en centro doctrinal del catalanismo modernizador que representaba el grupo Vallcorba-Monzó-Pàmies-Torrent (con el periodista Ramon Barnils de consejero-guía). En medio del barcelonismo cosmopolita de aquellos años, la clique de Vallcorba reflejó la sagrada, y al final exitosa unión, de clases medias y bajas para recuperar el control hegemónico de la región, camino que inició el pujolismo en 1980 y concluirá este 2014 con la colosal huida hacia delante de la consulta del 9-N.

En aquellos tiempos de confusión, todo el mundo creía que el editor esteta era un catalanista sui generis que quería revolucionar el estrecho mercado cultural de Barcelona. Podía parecer así pero bastaba hablar con él un rato para darse cuenta que era algo más; un bicho raro absoluto. Ni menestral ascendido, como Monzó, ni hijo de familia, como Félix de Azúa. Pequeña burguesía católica y provinciana como algún día fue su idolatrado Maurras. Tiempo y concepto que se estaba extinguiendo en los ochentas. Por eso pocos entendieron realmente la ideología del joven Vallcorba.

Cuando coordinaba la sección de cultura de la revista EL TEMPS llegué a entrevistarlo varias veces. Incluso compartí con él mis gustos culposos.  En un reunión de conspiradores-coleccionistas, le mostré una retahíla de fotocopias que en 1996 me traje de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires donde pasé varios meses leyendo a la escuadra mayor de la reacción francesa: fragmentos de Charles Péguy, Léon Daudet, Georges Sorel, Maurice Barrés, Léon Blum, Robert Brasillach, Henry de Montherlant y Georges Bernanos, el único de la camada que desafió la alianza de los suyos con los asesinos del Reich y los secuaces de Franco.

Lo hice porque conocía bien su pasión maurrasina. Aún no había pasado a la fase de fervor público. Todavía no había prologado sus memorias ni publicado una biografía sobre el escritor provenzal, tampoco había participado en congresos u estudios conmemorativos de su influencia, algo que para principios del siglo XXI se volvería norma. Su defensa del espíritu catalán como reedición del fantasma colonial de la Acción Francesa se plasmó en varios libros y esa fue, hasta el fin, la única temática que dio sentido y coherencia a la ideología implícita de Jaume Vallcorba.

Por eso me vino a la memoria la cara de satisfacción que puso Vallcorba en su pequeño despacho de la calle Valls i Taberner cuando le mostraba algunas joyas de la reacción francesa. Aunque conocía su temprana fascinación por los émulos catalanes de Maurras (JV Foix en primer lugar) creía que todo era cuestión de morbo y dlietantismo. En tiempos de corrección política y apología del liberalismo global, parecía difícil encuadrar al editor Vallcorba en una línea política casi extinguida. Pero los pocos escritos que nos regaló el difunto editor son siempre una apología de aquel fascismo sureño que amó con devoción única. No lo entendí entonces. Aunque lo entendí después ya en la lejanía. No puedo decir, por ello, que me sorprendiera su católico funeral.

Aquel verano de 1996 me fui de su despacho con la sensación que aquel Brasillach tropicalizado habría sido más feliz en la sociedad de entreguerras cuando los suyos vivían en cruzada permanente contra enemigos poderosos (la III Internacional por ejemplo). La sociedad elitista de lucha, estudio y confrontación política que representaba Acción Francesa fue siempre su modelo para Vallcorba. Los clasicistas del retorno al orden mediterráneo se combinaban, perfectamente, con las legiones del lumpen soreliano. Lo imaginé en su pertinencia perfecta: armando tertulia con pintores y eruditos en el Café de Flore, uniéndose a los Camelots du Roi para cazar rojos en las calles de París, recuperando inéditos de poesía occitana en delirantes madrugadas. Y un día cuando en España estallara la revolución, volvería uniformado con la pistola al cinto. Para que la turba aprendiera quien manda y quien obedece.

Por eso se crio bajo el ala de Martí de Riquer, aquel joven intelectual que empuño sus armas contra la II República para que el legado cultural del catalanismo elitista no se perdiera en manos del populacho. Y por eso su devoción tardía por Marc Fumaroli, defensor de la Alta Cultura francófona, que recuperó el látigo clerical de Maurras para fustigar a los mercaderes que profanan el templo de las verdaderas élites. A falta de comunistas, sus enemigos son esas masas incultas que confirman la crisis patológica de Occidente. Si convirtió a sus lectores en demócratas europeos es porque Vallcorba sabía que en Bruselas no hay lugar para la plebe.

Por eso siempre y en todas partes, Vallcorba se reencontraba con el espectro de Maurras. O su copia más cercana. Claro que los sermones de Fumaroli y el catálogo de Vallcorba son bagatelas pero es igualmente cierto que la victoria del capital financiero hizo que los neoreaccionarios recuperaran el aliento intelectual. Por eso brillan hoy tipos como Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo o Félix de Azúa. Porque un sistema fundado en la defensa de la alta burguesía, necesita gente que reivindique la moral que un día dio forma y sentido al sólido mundo de los propietarios decimonónicos. Esta es la fascinación real que ejerce la alta cultura entre las élites dominantes. Justifica su existencia. Y la de todas sus versallescas formaciones.

A eso se dedicó Vallcorba todo el tiempo. Vencido el totalitarismo cultural, que diría Fumaroli, los peligros del izquierdismo se evaporaron del mundo real. Quaderns Crema tuvo tiempo de consolidarse en el raquítico mercado regional, lo cual para Vallcorba era una receta para la muerte lente. Su visión de la hispanidad como contenedor de las virtudes combinadas del catolicismo, la jerarquía y la propiedad le facilitó el natural traslado de su catálogo al español. Desde 1999, coherente con el mercado natural de todo editor peninsular (América Latina) y su propio corpus ideológico, Vallcorba armó desde El Acantillado las colecciones en español que le permitieron sobrevivir con holgura.

Mientras él seguía la ruta del cártel español, su tierra natal se convirtió a la religión secular del independentismo. Siendo un regionalista conservador, la receta para el desastre porque el secreto de las minorías es dominar a las mayorías no desafiarlas. Mentalidad del viejo industrial catalán -¿Y dónde venderemos nuestros productos?- cuya base conservadora exige respeto, autonomía e igualdad de reparto en el botín pero jamás de los jamases alocados viajes a ninguna parte.

Para un hombre que hizo de la imitación maurrasiana un modelo de vida, convertir Catalunya en kibutz aislado que cortaría todos los puentes con su área natural de influencia no era solo un crimen sino una estupidez. Según la vieja doctrina de la Liga Regionalista de Francesc Cambó, España y las Américas eran el espacio a hegemonizar, es decir, el territorio conquistado en cruzadas sucesivas (contra moros y contra indios) en el cual los enclaves civilizatorios -Barcelona y Bilbao, por ejemplo- debían ejercer su natural liderazgo, económico y cultural. Esa era su visión del catalanismo y por eso no comulgó jamás con el independentismo.

Por eso en sus últimos años, Vallcorba parecía incómodo dentro del exaltado teatro independentista. Él andaba en otra cosa. Aquella quimera llamada imperialismo de la sociedad civil (Ucelay dixit) que inventara la burguesía catalana y tras el colapso de 1898 mutó en hispanismo comercial y hegemonía cultural. O la reconquista latinoamericana que impulsara Felipe González entre 1988 y 1992.

Vallcorba supo aprovechar la victoria cultural del liberalismo y del hispanismo. Supongo que esta era la razón de su paso por el DF aquel octubre del 2012. Andaba reconquistando mercados para que las élites criollas compraran, a precios prohibitivos, la literatura que el populacho jamás leerá.  Tras su muerte, el 23 de agosto del 2014, me queda la ociosa duda: ¿el nostálgico Valllcorba se sentía realmente feliz entre tanta ruina posmoderna?

Imagino que tampoco se la pasó mal. El mundo libre es mejor opción para los negocios. El exquisito editor sabía que la sociedad de masas llegó para quedarse hace más de un siglo y alguien debe encargarse de domesticar o controlar a la prole. Pero su obsesión por recuperar aquellas misas polifónicas que era en orgullo de la cristiandad barroca me recuerda las raíces ideológicas de Vallcorba, o el anti-mundo que amo y recreó en su catálogo editorial.

Aquella tarde otoñal lo saludé. Quizás porque yo fui testigo y relator de su entorno a principios de los noventa. Le pregunté, por encima, si se había contagiado de fiebre independentista y dijo que eso no era lo suyo. Dos o tres banalidades más y descubrí que no tenía mucho más que decirle. Será que no soy el de antes. Que ya no me fascina la Acción Francesa ni su coro de ilustres intelectuales. Ahora pienso que el legado preservado por Vallcorba terminará donde inició; en los grandes cementerios bajo la luna. En las trincheras de Bélgica o en las regiones del este de Ucrania. No importa que ya nadie entienda la pulsión reaccionaria de Jaume Vallcorba. El orden ganó. Y siempre habrá enemigos que justifiquen la defensa de Occidente. Con o sin misas polifónicas.



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