viernes, 17 de mayo de 2013

¿Por qué la crisis se eterniza en España?

El reajuste mundial entre imperio y potencias emergentes manda a naciones sin poder real, como España o México, de vuelta al siglo XIX. Un horizonte de colapso mundial y darwinismo social que analizan, con singular crudeza, dos científicos rusos.




Un clásico a recuperar...




Para que ya no existan días sin terror ni domingos descansados, la ultraderecha (neo)liberal encabezada por gentes como Jesús Cacho, director del periódico digital Vozpópuli, se encargó de advertir, un  5 de mayo del 2013, sobre la siguiente fase del shock contra la población civil española.

O lo que viene dentro de la interminable pesadilla:




"Todas las derechas europeas son de algún modo socialdemócratas, porque las sociedades a las que representan lo son. Aferradas a unos Estados del Bienestar solo financiables en época de boom, se niegan a ajustar de verdad, jugando a escaquearse con reformas más o menos cosméticas. En ese cruce de caminos se halla Montoro.

A mediados de abril del pasado año dijimos aquí que “El Gobierno Rajoy no ha dado con la tecla”. Doce meses después, bien podría decirse a la luz de lo ocurrido que ha tocado la tecla equivocada. Se lo acaba de decir la ex presidenta de la CCAA de Madrid, Esperanza Aguirre: “economistas y políticos están de acuerdo en que la recuperación económica pasa por la reducción del déficit público. Pero hasta ahora se ha intentado reducir aumentando los impuestos, y la experiencia de estos meses ha demostrado que esas subidas no han servido para incrementar los ingresos. Por tanto, ha llegado la hora de explorar la otra variable del déficit: la reducción de los gastos, como estaba previsto en el programa electoral del Partido Popular. Y reducir los gastos supone en primer lugar, acometer una reforma radical y sin precedentes de las administraciones públicas”.

"Reducir impuestos y recortar gastos, reproduciendo la fórmula de éxito de 1996 que permitió la incorporación de España al tratado de Maastricht. Ocurre, sin embargo, que los desequilibrios macro del 96 tienen poco que ver con el actual agujero de las cuentas públicas. Ya no valen los recortes cosméticos: ahora es obligado reducir el perímetro del Estado si queremos aminorar el peso del sector público para que llegue el dinero a familias y empresas y se empiece a mover la rueda de la economía. No parece haber alternativa por la izquierda a las soluciones liberales. Desde luego no lo es la oferta “modelo soviético” que propone IU, y tampoco parecen serlo las fórmulas socialdemócratas basadas en el aumento del gasto público y la subida de impuestos que propugna el PSOE y que, muy grosso modo, ha venido poniendo en práctica el Gobierno Rajoy. La salida está en adelgazar el Estado vía reformas estructurales y bajar impuestos. En suma, tratar de crear riqueza, en lugar de empeñarse en repartir miseria".






La vuelta directa al siglo XIX requiere del despido masivo de funcionarios y el recorte salvaje de pensiones. Después de lo cual la riqueza de unos pocos estará escoltada por la miseria de millones cuyo horizonte será la pobreza o el exilio. Créanme: Jesús Cacho suele acertar. Su sueño será nuestra pesadilla. Pero ¿como un lúcido representante de la escuela austríaca de economía, o el ala radical del neolibreralismo imperante, puede estar tan seguro que la doctrina del shock no solo es viable sino que es, al decir de Margaret Tatcher, la única alternativa?

Dos analistas rusos nos dan las pistas necesarias para entender el colapso de todas las reglas en el gran juego del capital y su formidable poder de destrucción y (auto)destrucción, una tendencia acentuada en tiempos de crisis permanente. Sirva para explicar como  salir del euro, recuperar la soberanía económica y proteger el corazón del estado del bienestar deviene casi imposibles. La utopía neoliberal, no es solo la "representación de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente". Es un experimento que se aplicó en todo el orbe y ha generado, en su vorágine, las condiciones de una crisis que controlan justamente aquellos que la provocaron.

Es por ello que desde la periferia que fue centro del anticapitalismo sistémico, o la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, emergen dos voces muy conocidas en el ámbito ruso y que apenas están llegando a los medios alternativos en lengua española, Mikhail Khazin y Andrei Fúrsov.




El crack del 2008: ¿Inicio de un cataclismo anunciado?





Seleccionamos dos textos recientes traducidos al español para captar el estilo profético-histórico de dos personajes  cuya visión trasciende el simplismo mecanicista de tantas reflexiones occidentales:




Existen dos soluciones fundamentales. La primera consiste en “reducir a cero” a todo el sistema bancario actual, poner en bancarrota a todos los bancos, anular todas las deudas y créditos y comenzar a vivir de nuevo. No se puede excluir que la anulación de la deuda de los hogares proporcionara un potente estímulo para el posterior desarrollo económico (aunque es cuestionable), pero en este caso todo tropieza ya no con los problemas de la economía, sino con el problema de las élites y la política. Hablando en plata, los bancos tienen dueños, y no son de los últimos en la escala social, máxime teniendo en cuenta que a lo largo de los últimos decenios el porcentaje del sector financiero en el PIB de la mayor parte de los países ha aumentado considerablemente. La desaparición de los viejos bancos y la aparición de los nuevos (muy probablemente – controlados por otras personas) es algo inaceptable para esta parte de la élite mundial, y de momento son lo suficientemente fuertes como para no permitirlo.




Mikhail Khazin: economista crítico.





De manera que surge la variante alternativa: simplemente eliminar las obligaciones por parte de los bancos existentes – dentro de los límites que permitan su conservación y el papel predominante en la economía mundial. Aunque, ciertamente, surge el problema con los depositantes engañados, y en cualquier caso hay que resolverlo. ¿Qué variantes puede haber? El más sencillo - entrenarse con los “conejitos de Indias” y estudiar las posibles reclamaciones. En el sentido de cómo no permitir que esas demandas prosperen, cómo rechazarlas, cómo minimizar el pago de las compensaciones. Y después – iniciar ya seguros el proceso de la confiscación a gran escala. Esta variante, como ya he indicado, se estaba estudiando desde hace bastante tiempo. Pero solo ahora se ha sabido, que en la ley presupuestaria para este año 2013 en el caso de Nueva Zelanda y Canadá hay un punto que dice, que en el caso de ser necesaria la reestructuración de algunos bancos dicha reestructuración se puede hacer a costa de sus depositantes. Aunque en la práctica estos puntos no se aplicaron, decidieron realizar el experimento en Chipre. Pero, teniendo en cuenta lo dicho, queda claro quién ha iniciado toda esta operación. La supresión de los pasivos de los bancos representa una grave transgresión de las “reglas del juego”, aprobadas todavía en la conferencia de Bretton Woods y ninguna Unión Europea se hubiera atrevido a ponerse chula y adelantarse al “padrino”.
Los Estados Unidos todavía se podían permitir el default de 1971, pero es que para eso son los Estados Unidos. Está claro, que existen países más pequeños como Argentina o Rusia, pero es que nadie les ha considerado como jugadores serios. En fin, que la transgresión del sacrosanto “derecho a la propiedad privada” únicamente podía ser sancionada por un jugador de categoría correspondiente. En nuestro caso – por el Fondo Monetario Internacional. Claro que la idea fue acogida con alegría por la UE en general, y por Alemania en particular, pues permitía “poner firmes” a algunos miembros de la UE que se permitían “mirar para otro lado” y mantener relaciones especiales con terceros países, no miembros de la Unión Europea. Claro que UE aceptaba las condiciones del FMI para poder actuar. Y la participación en esta organización señala que la reforma confiscatoria es el primer acto de un proceso lo suficientemente largo – liquidación de los activos sobrantes de personas particulares (es decir, de los pasivos del sistema bancario).

Por otro lado, la primera prueba no fue perfecta – no resultó llevar la confiscación a cabo con rapidez y en seguida olvidarla en los medios de comunicación bajo control. Por lo que todos los problemas han saltado a la luz y las consecuencias a largo plazo para el sistema bancario serán muy negativos. Por decirlo sin tapujos, la estabilidad del sistema bancario mundial ha sufrido un duro golpe (la gente ha dejado de confiar en los depósitos bancarios) y no queda muy claro cómo conservarla a partir de ahora. En teoría habría que trazar un plan para pasar a la primera variante (bancarrota de los viejos bancos y la creación de los nuevos), pero ello exige tomar una serie de decisiones políticas a nivel de gobiernos nacionales. Si tales decisiones se hubieran preparado desde hace años, ahora se podría hacer algo, pero es imposible preparar el terreno para semejante decisión con rapidez. Por lo que, lo más probable es que veamos la destrucción incontrolada del sistema financiero mundial (basado en el dólar) y no menos espontánea aparición de nuevos centros financieros, de dimensiones, seguramente, regionales. Lo cual cambia completamente todo el cuadro del mundo – y para este cambio nadie está preparado.

Reestructuración global del sistema financieroMikhail Khazin. La Haine. 30 de mayo del 2013.




Y en un tono (casi) apocalíptico tenemos a Andrei Fúrsov:



El capitalismo es un complejo sistema institucional, que limita al capital en su propio interés a largo plazo y que asegura (en primer lugar con la ayuda del estado) su expansión en el espacio. Esto último es de vital importancia para el capitalismo debido a su orientación extensiva. El capitalismo no puede ser de otra manera, porque resuelve muchas de sus contradicciones, trasladándolas fuera de su propio marco y creciendo en el espacio. En cuanto desciende la norma mundial de las ganancias, el capitalismo coge, arranca un trozo de la zona no capitalista y lo convierte en la periferia capitalista – fuente de mano de obra barata y mercado para sus mercancías.

Y así hasta el siguiente descenso serio en la norma del beneficio; de ahí el colonialismo, la expansión colonial que no transcurría paulatinamente, sino a saltos. Subrayemos: para funcionar con normalidad el capitalismo necesita la zona no capitalista, que convierte en la periferia capitalista y sin la cual tampoco puede existir – al igual que ocurría con el sistema esclavista de la Antigüedad. Entre otras cosas, la explotación de la periferia ayuda a mantener la paz social en el centro del sistema (su “núcleo”), a mantener un determinado nivel de vida para la mayoría de su población. (...). Y los limitadores del capital en el propio núcleo son, como ya hemos señalado, la nación-estado, la política, sociedad civil y otra serie de formas e instituciones. Y, como sabemos, precisamente esas instituciones y los grupos sociales relacionados con ellas están siendo destruidas/desmontados desde los mediados de los años 1970.


 Jean Veermer: La copa de vino
 Jean Vermeer: la copa de vino.
 




El desmontaje de estas instituciones representa en realidad el desmontaje del capitalismo como sistema, llevado a cabo por la cúspide transnacional (mundial) con el fin de conservar su poder (control mundial), privilegios y riquezas desde los años 1970. Este proceso se aceleró en los 1990 y, por lo visto, se acelerará todavía más en los años 2010. ¿Cuáles son las causas de este proceso? (...) Además la crisis-desmontaje del capitalismo actual no se agota con los rasgos de las tres crisis descritas. Su crisis automáticamente significa varias crisis más. En primer lugar, es la crisis de la civilización occidental tal y como se había formado a lo largo de los últimos mil años. (...) A lo largo de dos mil años la cúpula de la sociedad (primero mediterránea, luego europea, y en los s.s. XIX-XX – mundial), aprovechando y adaptando a sus necesidades el proyecto contestatario-emancipador de Jesucristo y al mismo tiempo ahogándolo (ideológicamente con la ayuda del Viejo Testamento, organizativamente – con la ayuda de la iglesia cristiana), lo había convertido en el proyecto bíblico. El proyecto bíblico como la manera de mantener en vereda al “pequeño hombre” principalmente desde su propio interior (interiorización del control) sustituyó al proyecto egipcio antiguo, plasmado por última vez en el Imperio Romano, con su acento en el control externo. A pesar de que el proyecto bíblico tuvo muchos altibajos (...), a lo largo de casi dos mil años, aunque cada vez peor, pero siguió cumpliendo con los objetivos para los que fue creado. A partir del último tercio del siglo XX el proyecto bíblico dejó de funcionar. Los “desmontadores” del capitalismo tendrán que crear no simplemente un nuevo sistema, sino un nuevo proyecto.

El globofascismo de los “neocones” – esos izquierdistas que han pasado por la “escuela de derechas” de Leo Strauss y se han empapado de Platón, difícilmente va a servir. El mundo de las Pirámides llega a su fin junto con el capitalismo. La revolución científico-técnica, gracias a la cual los factores informáticos (no materiales) comienzan a dominar sobre los materiales – no es una segunda revolución industrial, sino algo más serio, comparable por sus consecuencias con la revolución neolítica (por primera vez en la Historia la clase dominante tiene el acceso al interior de la conciencia humana a través de su conexión al permanente flujo de la información. Con los métodos de control neurolingüístico se logra borrar la frontera nítida entre el exterior y el interior de la mente, entre lo real y lo virtual, convirtiéndola en la “cinta de Moebius”; el triunfo de la “economía intelectual” hará imposible de raíz cualquier futura protesta, anulando el “Yo” del ser humano – N. del T.). (...)

Lo mismo que en los siglos XIV-XVI, en el planeta habrá un mosaico de diferentes formas de organización social, económica y del poder. Será un mundo de contrastes: junto con los ultramodernos enclaves de “región-economías” (Keniche Ohmae) convivirán zonas en proceso de desmodernización, arcaicas e incluso asociales. La época capitalista, sobre todo su fase modernista, parecerá como un tiempo fantástico, que muy pronto será mitologizado.  (...) ¿Qué se puede oponer a losdesmontadores”? Ni mucho, ni poco – la voluntad y la razón. La razón – es el nuevo conocimiento racional sobre el mundo. Nueva ética y nuevo conocimiento – son el escudo y la espada frente a la civilización de los cambistas. ¿Así la victoria estará garantizada? No. La victoria se obtiene luchando. Pero esto garantiza la voluntad de la victoria y la dignidad como el estado de la mente y del alma. Y la esperanza de que vamos a superar la crisis, en la que se sumerge el capitalismo y la civilización occidental, que nos quedaremos en el barco que surca las olas del Océano del Tiempo y en el cual se sumerge la Época de las Pirámides.





La tormenta perfecta apenas ha empezado. Y en esta lucha agónica de poderes, algunos jugadores menores corren peligro de ser pulverizados del mapa de los supervivientes. Dos analistas definen un escenario más parecido a cualquier serie apocalíptica de moda que a la recuperación económica y el retorno a los gloriosos treinta. Tres décadas después de iniciarse la crisis de la deuda en México, el país jamás recuperó, ni por asomo, las cifras de crecimiento económico de mediados del siglo XX y su condición geoestratégica quedó anclada a EEUU en una espiral de subordinación que ha convertido el territorio mexicano en la premonición del futuro español.




México: ¿esbozo del futuro que ya llegó?





Regiones enteras entregadas a la barbarie, donde el narco impone su ley, y enclaves de floreciente capitalismo como Querétaro, la zona centro-sur del DF y ciertas áreas de Monterrey y Guadalajara. Grandes islas de riqueza en exclusivos fraccionamientos privados, marcados por una colosal infraestructura, grandes centros de consumo y ocio primermundista, rodeados por cinturones de miseria perpétua abandonadas a la ley de Darwin. La confluencia perefecta de un salvajismo ascendiente y una civilización exclusiva vinculada al globalismo tecnocrático. En medio una declinante clase media, un proletariado raquítico y una lumpenización social que convierte la cultura del tianguis, o mercadillo, en el único futuro posible: la informalidad como destino de precariedad y muerte.

Y aun así, queda en pie la victoria cultural de la guerra fría que en México ganaron Televisa y Octavio Paz en conjunto con los grandes empresarios crecidos a la sombra del PRI: 70 % de mexicanos creen ser de clase media.

Entrados en el reino de las sombras, la tríada sagrada de internet, mediocracia y cultura aspiracional obran el milagro que treinta años de infierno y degradación dejen de existir en el inconsciente social.

Se puede decir, contradiciendo la tesis de los buenos viejos tiempos, que la mitad de mexicanos seguían en el siglo XIX a la mitad de la década de los setenta y que esta utopía del consumo en abonos y casas de cemento sin pintar de principios del siglo XXI es mejor perspectiva que las chabolas de los setenta.

La diferencia es que en la Madre Patria todo el mundo creyó haber escapado del estigma de la pobreza eterna. Si la realidad nos alcanzó y el cártel español sobrevivirá a costa de sacrificar a sus súbditos, funcionarios y pensionistas incluidos, ¿cómo será la España del 2038?

El destino de España era México: una pesadilla darwinista a la merced de fuerzas superiores donde la esperanza queda fuera. Hoy, desde el matadero ibérico, en pleno descenso a los infiernos, la analogía ya no parece tan improbable.

¿Capisce?

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